martes, 14 de diciembre de 2010
Se acerca Año Nuevo
sábado, 11 de diciembre de 2010
Exorcizar un anhelo
martes, 7 de diciembre de 2010
Una noche
viernes, 3 de diciembre de 2010
Evaluación metas 2010
sábado, 20 de noviembre de 2010
Lo que aprendí teniendo 31...
domingo, 14 de noviembre de 2010
Renco y todo pero sigo
sábado, 6 de noviembre de 2010
El despegue
El día de la partida amaneció nublado. Algunos científicos vieron aquel blanco cielo como una amenaza al despegue, otros menos optimistas lo vieron como un mal presagio. Nosotros seguimos trabajando en poner a punto cada uno de los detalles del inicio de nuestra travesía y una vez abordo sólo tuvimos que esperar por algunas horas de buen clima. Y al fin se dio, cerca de la mitad de nuestro día las nubes se abrieron lo suficiente para recibir la aprobación.
Nuestra nave despegó horizontalmente, tomando velocidad para elevarse justo como lo haría cualquier avión comercial terrestre. Una vez estabilizado en vuelo fue alcanzado por una pequeña nave preparada que le suministró una recarga de combustible, el necesario para completar la siguiente fase de la puesta en órbita. Una ves terminado este proceso los instrumentos internos nos indicaron que los sistemas estaba preparados y Al-Norrin solicitó las últimas instrucciones a nuestra base, al recibirlas unos minutos después nos miró con una sonrisa en su rostro… “Vamos hacia las estrellas… es tiempo” fueron sus palabras. Le respondí con una risa nerviosa y luego miré a Lina-Bei, su mirada estaba en el espacio azul que se abría adelante y arriba, como tratando de adivinar lo que nos esperaba allí; entonces sintió mis ojos y me miró, su sonrisa tan llena de paz nos contagió a ambos hombres y fue el impulso necesario para encender los cohetes principales, que nos empujaron hacia el respaldar de los asientos y nos sacaron poco a poco de la atmósfera en medio de temblores y crujidos de la nave, era como si de repente no fuera capaz de soportar la presión de la gravedad que la halaba hacia abajo. De entre nosotros, sólo Al-Norrin había experimentado esa sensación, y aunque la confianza que teníamos en él era completa, nunca pudimos desprendernos del temor a la muerte.
De repente algunas cosas comenzaron a flotar en la cabina, entonces supimos que estábamos a salvo, en ese mismo instante los motores bajaron su intensidad y entramos en órbita. Los estudiosos de físicas y del comportamiento de las fuerzas universales debían estar realmente orgullosos en este momento, su misión comenzaba siendo un éxito, el primer paso estaba completado, habíamos escapado del interior de nuestro planeta.
Nuevo fragmento de la novela en proceso. Ya falta poquito, poquito.
jueves, 4 de noviembre de 2010
La vida es corta
lunes, 1 de noviembre de 2010
Música entre los árboles
Mi papá dice que este viaje es la última alternativa. Que aunque todavía podemos pasar años en la Tierra es mejor irse del planeta ahora que se puede y no esperar a que los cambios en el clima sean tan fuertes como para que no podamos despegar. A mí me hubiera gustado más quedarme. No me hace gracia la idea de vivir los próximos años entre un montón de paredes y sin salir a jugar con los amigos del barrio. Pero como dice mi papá, por unos años más, mejor no nos arriesgamos. Y la verdad es que si él lo dice, por algo será.
Lástima que ya no puedo volver a ver el parque donde jugábamos partidos larguísimos. Ni tampoco podemos volver a la colina desde donde nos tirábamos a esquiar sin esquís, levantando unas nubezotas de polvo mientras gritábamos de susto y de contentos.
Ya no podemos volver a esos lugares pero seguro hay algo bueno. Yo solo tengo ocho años y como dicen algunas personas, no he vivido tanto como para que no me pueda acostumbrar a otro lugar. Me imagino que algunos adultos tienen más razones para estar tristes. Porque, ¿qué va a pasar con los trabajos de todos? ¿para qué estudiaron tanto tiempo los que se graduaron ayer? Y el lugar al que vamos… ¿tendrá vacas o caballos? ¿o qué van a atender los vete… veterinarios?
Ojalá que el lugar al que lleguemos sea parecido a la Tierra. Que por lo menos tenga atardeceres rojos como los de aquí y que sople el viento, para que haga música entre los árboles. Ojalá que mis amigos puedan encontrarme cuando lleguemos. Que en estos años que nos toca viajar entre las estrellas a los adultos importantes, a esos que salen en la tele se les olvide cómo se hace la guerra, y que entiendan que es facilísimo ponerse de acuerdo cuando las cosas puedan ser malas para las dos partes. Y dicen que los niños no entendemos. No somos tan pequeñitos para no saber lo que nos va a tocar a nosotros cuando lleguemos, cuando termine este viaje al que mi papá le dice éxodo.
martes, 26 de octubre de 2010
Nada cambia si no hay ganas de cambiar.
martes, 19 de octubre de 2010
Pequeña
lunes, 18 de octubre de 2010
No necesitamos los ojos para ver el color del paraíso
sábado, 9 de octubre de 2010
Salir a correr sin música
domingo, 3 de octubre de 2010
Capital de farmacias
martes, 14 de septiembre de 2010
Retomando...
jueves, 9 de septiembre de 2010
"Violines en el cielo/Departures/Okuribito"
martes, 7 de septiembre de 2010
Esta vez...
lunes, 23 de agosto de 2010
La hora de correr
Colgada de la mano de su hermano mayor corría por entre los cafetales de la finca vecina. De improviso se detuvo para tratar de descansar y fue jalada por la obviamente superior fuerza de su acompañante, cayendo de bruces al suelo y siendo arrastrada un par de metros más antes de que su hermano se enterara. Le dolió; pero acostumbrada a ese tipo de situaciones se tragó el llanto y se levantó haciéndose la valiente.
-¡No seás tan marica! –le reclamaba su hermano cada vez que la tiraba al suelo en una carrera.
La casa estaba ya cerca y la hora de comer había pasado hace mucho. La carrera era un intento infructuoso por evitar un castigo que conocían de antemano. Su padre siempre le advertía amablemente, pero como tan repetidas veces se desobedecían sus órdenes, estas terminaban mezcladas explosivamente con su cansancio diario, generando una reacción en cadena que terminaba por hacer efecto en los traseros de sus hijos traviesos. Era un gran hombre, trabajador y muy cariñoso la mayoría de las veces; pero, cuando la temperatura de su carácter llegaba a límites altos los niños tendían a esconderse por su bien.
Esa tarde era extraña, el cielo no había oscurecido a la hora normal y el par de hermanos se había quedado distraídamente buscando pescar algo en el riachuelo que pasaba cerca de la cancha de fútbol del pequeño pueblo. En determinado momento preguntaron a alguien que pasaba por ahí "qué hora es?" y con una cara de asustados que ni el más, empezaron una carrera olímpica a campo traviesa, entre cafetales, potreros, matorrales y zacatales que atrapaban los pies y probaban la fuerza de las piernas para romperlos o la determinación de niño de levantarse cada vez que se llevaba un golpe sordo contra el suelo. Cuando por fin llegaron a casa, la comida había pasado hacía rato y, afortunadamente para ellos el castigo se limitó a acostarse inmediatamente. Tampoco comieron, pero eso era un pequeño sacrificio con tal de no resultar tocados con aquel sagrado chiliyo de papá.
sábado, 21 de agosto de 2010
Un día para recuperar tesoros perdidos
jueves, 19 de agosto de 2010
24 de agosto
lunes, 19 de julio de 2010
Vacaciones
martes, 13 de julio de 2010
Tomar un respiro
martes, 6 de julio de 2010
Silencios que emocionan
domingo, 4 de julio de 2010
Necesito un librero más grande. Ummm no, mejor otro librero.
jueves, 1 de julio de 2010
Combo 1
miércoles, 30 de junio de 2010
César
sábado, 19 de junio de 2010
Saramago
jueves, 17 de junio de 2010
jueves, 10 de junio de 2010
Mundiales
martes, 1 de junio de 2010
Volver
viernes, 28 de mayo de 2010
Combatiendo la gripe
domingo, 23 de mayo de 2010
domingo, 9 de mayo de 2010
Vigilando los propósitos. Parte II
domingo, 25 de abril de 2010
Ritmo cardiaco
sábado, 17 de abril de 2010
A veces...
domingo, 4 de abril de 2010
"Paqueticos"
miércoles, 31 de marzo de 2010
460 gramos
domingo, 21 de marzo de 2010
Soledad
-Yo soy la soledad de Manuel Acuña. Vivo junto a él cada momento de su vida, porque aunque lo rodean muchas personas, realmente Manuel siempre está conmigo. Es decir, tiene a mucha gente con él, pero a nadie en el corazón permanentemente. Por supuesto que si alguien llega a estar ahí alguna vez yo moriré, pero para eso vivimos las soledades, para morir contentas y satisfechas cuando nuestros acompañados encuentran a su persona ideal.
“Por lo general iniciamos nuestra convivencia junto a los hombres y mujeres cuando comienzan a fijarse en el sexo opuesto como posibles compañeros de por vida. Por eso, las primeras soledades de la gran mayoría de las personas viven muy poco, todo por culpa de los continuos y fugaces enamoramientos adolescentes.