Lunes
El bus de Curri se iba llenando cada vez más, la gente comenzó a hacer fila de pie, tomándose de las barras.
-¡Diay! ¿Compró los dos asientos? –le gritó desde atrás del bus una mujer a otra, que iba sentada en los asientos delanteros, con una gran bolsa sentada como única acompañante.
-¿A usted qué le importa? Yo lo pago si quiero. Si quiere pleito para eso está la calle.
-Pobrecita, está muy viejita, sería como pegarle a mi mamá.
Y así varias veces, mientras el chofer y los demás pasajeros solo atinábamos a mirarnos con cara de incredulidad, ese morbo por lo ajeno y algunas sonrisas algo burlonas por la escena. Al final creo que no pasó a más el asunto, pero no estoy seguro, porque el bus llegó a mi parada.
Don Álvaro se nos fue una mañana de sábado. Este martes 22 son ya dos años y de repente me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo.
En mi primer trabajo en una agencia de publicidad hice muchos amigos. Pero definitivamente a los que recuerdo con mayor estima es a los mejengueros, Beto, Tavo, Monry, Walter y alguno que otro invitado adicional. Trabajábamos en un edificio frente a la Sabana, por eso solo teníamos que cruzar la pista para comenzar un partidito de mediodía y, como siempre nos faltaba uno, Beto invitaba a Nino, su hijo de diez u once años. A Nino se le notaba que lo suyo iba a ser el fútbol, cada vez que llegaba a la agencia lo hacía con una bola bajo el brazo y en los pies, era como Oliver Atom cuando decía “el balón es mi amigo”.
Esta nueva serie se centra en Mark Benford (Joseph Fiennes), un agente del FBI que cae inconciente en medio de una persecución policial de autos en las calles de Los Ángeles. Cuando despierta, lo hace en medio de un desastre global y descubre que el mundo entero estuvo inconciente al mismo tiempo, durante 2 minutos y 17 segundos. El punto importante es que Mark y todos los demás en el mundo no solamente se desvanecieron, sino que durante ese lapso de tiempo tuvieron una visión de cómo será su propia vida al cabo de 6 meses, en la fecha del 29 de abril de 2010.
Creo que hay pocas cosas tan buenas para el desarrollo personal como sentir envidia de la buena, de esa que te impulsa a volver a tus proyectos y tratar d mejorarlos y llevarlos a un mejor nivel. Personalmente me pasa cuando encuentro una idea poderosa detrás de un gran comercial publicitario, un libro que al terminar me deja nostálgico y queriendo leer más, una película que me cuestiona cosas o un cómic que resulta ser más profundo de lo que pensaba. Todo esto porque uno siempre sueña con hacer ese próximo gran comercial o contar la siguiente historia que resuene exitosamente en la gente.
Hoy me pasó con la fotografía:
www.smashingmagazine.com/2009/09/25/beautiful-examples-of-kinetic-photography/