sábado, 20 de noviembre de 2010

Lo que aprendí teniendo 31...

Resumir un año lleno de cosas buenas, malas y únicas no es nada fácil en realidad... obviamente, dirán algunos. Lo cierto es que este estado de "31 años" que estoy dejando atrás me ha enseñado (y confirmado) que puedo alcanzar muchas cosas si tan solo me lo propongo, pero también me dio duro en otros sentidos. Si de verdad pudiera resumir un año personal en dos grandes enseñanzas o confirmaciones serían estas:
1) El mundo no espera por uno. 2) De absolutamente todo se aprende algo. Así que, supongo que eso simplifica de alguna forma el hacer balance.
Aprendí...
...que todo pasa por alguna razón (confirmado, de nuevo).
...que cada día es diferente, así como las decisiones.
...que a veces dejamos de hacer cosas importantes por puro gusto.
...que algunas alegrías duran muy poquito pero se recuerdan por mucho más tiempo.
...que no hay mejor dolor de estómago que el provocado por reírse hasta llorar.
...que sigo enamorado del cine y la literatura... de las buenas historias.
...que ahorrar es una obligación. Debería serlo. Siempre.
...que hay cosas por las que vale la pena pagar mucho, si la recompensa es sentirse como un carajillo de nuevo. Contradiciendo el punto anterior.
...que hasta el dedo pequeñito del pie hace falta para caminar balanceado, así como las personas que hacen parte de nuestros días han sido necesarias para ser quienes somos.
...que uno puede herir a la gente sin darse cuenta, sin proponérselo. Se puede incluso ser una buena persona y conseguir que alguien te malquiera. Supongo que hay un par de personas a las que les debo una disculpa.
...que la obsesión es un camino que no nos lleva a ninguna parte, porque nos nubla los ojos y nos pone a avanzar sin ton ni son.
...que no se vale escudarse tras un 'así soy yo'.
...que a veces uno quiere, pero no se puede.
...que los cuentos, las poesías y todo lo que uno quiere escribir no se termina solo. Hay que sentarse, sacar el rato, cerrar las ventanas que distraen y enfocarse, concentrarse. En ocasiones es bueno tener algún motivador como combustible y dejarse llevar por lo que uno siente. Tengo que confesar que extrañamente la incertidumbre es un sentimiento que me funciona increíblemente bien para lograr sentarme a escribir.
...que cuando se trata del corazón uno no manda. Podés estar solo y tranquilo, evitando que algo (alguien) en serio te atrape, pero definitivamente cuando a uno le toca enamorarse no hay vuelta atrás. Podrás tratar de mantener los ojos abiertos y extender los brazos como escudo pero finalmente terminás siendo vulnerable, lo cual no es algo tan malo, mientras seás feliz.
...que puede que Benedetti estuviera equivocado con aquella frase que dice "la culpa es de uno cuando no enamora", sobre todo cuando se sabe que se dio todo lo que se pudo dar y que se muere con las botas puestas. No importa Marito, igual seguís siendo de mis favoritos.
...que un abrazo sigue siendo una forma sincera de hablar; al menos a mí me sigue diciendo muchas cosas de alguna persona o alguna situación.
...que a veces es mejor no dar consejos y solo quedarse callado, escuchando de verdad.
...que la música está más cerca de lo que nosotros mismos creemos, metiéndonos la mano en el alma para estrujarnos el corazón o para ponernos a pensar en mil y una cosas. Funciona como motor, como álbum de recuerdos y como mano salvadora cuando estás a punto a ahogarte.
...que algunos de los propósitos menos importantes que uno se plantea a inicios de año se cumplen casi sin que uno se de cuenta o haga un esfuerzo aparte. Incluso puede que en ocasiones esas metas alcanzadas sean las que más satisfacciones dan.
...que cuando suceden cosas muy muy grandes en la vida de muchas personas al mismo tiempo nuestros problemas se ven como son, meros obstáculos, posibles de superar.
...que la playa me sigue gustando si es testigo de algo especial. Y que el bosque es mejor cómplice en los momentos en que tenemos que hablarle a la soledad.
..que me falta mucho más por aprender, pero que lo importante es tener ganas de hacerlo.
...que ser "buena gente" es algo bueno, más allá de las barreras que uno enfrente, a la larga hay recompensa. Lo malo es cuando se nos olvida ser así.
...que hay etiquetas vacilonas que nos ponen otras personas. Algunas veces nos sorprenden ciertas características que no vemos diariamente en el espejo. Este año me catalogaron, entre otras cosas como "territorial", "clásico", "sarcástico", "asertivo" y, la que más me sorprendió en su momento: "no-tímido", lo cual no termino de aceptar del todo.
...que el trabajo tiene que disfrutarse aunque uno no se sienta bien a veces, porque puede salvarte de 'otros estreses' que incluso pueden ser más agobiantes. De todas formas se supone que es algo para lo que uno tiene vocación y quiso desde antes, así que no debería de haber excusa. Además, si algo sé de cierto es que no quiero vivir mi vida coleccionando viernes.
...que a veces no hay que planear tanto las cosas.
...que algunas amistades esperan mucho tiempo a que las retomés y no te van a reclamar nada cuando lo hagás.
...que la universidad siempre va a estar ahí, pero que uno tiene que visitarla y trabajar con ella, si quiere terminar lo que alguna vez comenzó.
...que la familia es una piedra sobre la que podés construir cualquier cosa, porque es una base que no te va a fallar. Los consejos de mis padres han sido vitales en las etapas más difíciles de mi vida y sé, sin temor a equivocarme que va a seguir siendo así, siempre.
...que hay que moverse, no quedarse conforme con las cosas, pero al mismo tiempo cuando al fin terminás algo a conciencia no se puede vivir sin la paz de saber que se ha hecho el mejor esfuerzo.
...que hay tantas nuevas metas por proponerse y por lograr que solo espero me de tiempo.

En fin, aprendí y confirmé que la vida se trata de aprender. Aprendí que el mundo no para, que las cosas que lo rodean a uno no se detienen para que uno pueda escoger entre las opciones, que no esperan que se te cure un tobillo lesionado, te sane un corazón roto, se te quite una mala gripe o que finalmente volvás a hablar con alguien con quien no lo hacías en mucho tiempo. Me di cuenta que algunas oportunidades no se dan dos veces y en ocasiones la oportunidad que creés tener es solamente una ilusión. Aprendí que soy lo que creo ser, que sé cuánto valgo, pero que a veces no es suficiente y se puede mejorar. Quizás de eso se trata, de seguir adelante sin que lo que perdemos nos detenga, al contrario, que nos sirva de combustible para avanzar cada vez más firmemente. ¡Bienvenidos 32!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Renco y todo pero sigo

Después de una semana de convivir con un esguince que me puso a caminar más lentamente, tomar más taxis de la cuenta, cuidar donde pongo el pie, mantenerlo caliente o frío dependiendo del momento de la terapia y tomar pastillas antiinflamatorias me niego a asumir esta lesión como algo negativo.
Aunque la hinchazón ha bajado muchísimo desde los primeros días, es en los últimos tres que el dolor ha aumentado. Para ser honesto por momentos parece intolerable pero no puedo quedarme en quejas; el trabajo espera, los proyectos no paran y la actitud tiene que ser la de mejorar. Ya octubre fue un mes bastante difícil (aunque por otros motivos) como para aceptar que noviembre también me va a traer de malas.
El mundo no se detiene para esperarme, y aunque tenga que renquear todo el camino estos días yo sigo avanzando.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El despegue

El día de la partida amaneció nublado. Algunos científicos vieron aquel blanco cielo como una amenaza al despegue, otros menos optimistas lo vieron como un mal presagio. Nosotros seguimos trabajando en poner a punto cada uno de los detalles del inicio de nuestra travesía y una vez abordo sólo tuvimos que esperar por algunas horas de buen clima. Y al fin se dio, cerca de la mitad de nuestro día las nubes se abrieron lo suficiente para recibir la aprobación.

Nuestra nave despegó horizontalmente, tomando velocidad para elevarse justo como lo haría cualquier avión comercial terrestre. Una vez estabilizado en vuelo fue alcanzado por una pequeña nave preparada que le suministró una recarga de combustible, el necesario para completar la siguiente fase de la puesta en órbita. Una ves terminado este proceso los instrumentos internos nos indicaron que los sistemas estaba preparados y Al-Norrin solicitó las últimas instrucciones a nuestra base, al recibirlas unos minutos después nos miró con una sonrisa en su rostro… “Vamos hacia las estrellas… es tiempo” fueron sus palabras. Le respondí con una risa nerviosa y luego miré a Lina-Bei, su mirada estaba en el espacio azul que se abría adelante y arriba, como tratando de adivinar lo que nos esperaba allí; entonces sintió mis ojos y me miró, su sonrisa tan llena de paz nos contagió a ambos hombres y fue el impulso necesario para encender los cohetes principales, que nos empujaron hacia el respaldar de los asientos y nos sacaron poco a poco de la atmósfera en medio de temblores y crujidos de la nave, era como si de repente no fuera capaz de soportar la presión de la gravedad que la halaba hacia abajo. De entre nosotros, sólo Al-Norrin había experimentado esa sensación, y aunque la confianza que teníamos en él era completa, nunca pudimos desprendernos del temor a la muerte.

De repente algunas cosas comenzaron a flotar en la cabina, entonces supimos que estábamos a salvo, en ese mismo instante los motores bajaron su intensidad y entramos en órbita. Los estudiosos de físicas y del comportamiento de las fuerzas universales debían estar realmente orgullosos en este momento, su misión comenzaba siendo un éxito, el primer paso estaba completado, habíamos escapado del interior de nuestro planeta.

Nuevo fragmento de la novela en proceso. Ya falta poquito, poquito.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La vida es corta

La existencia humana es tan frágil que muchas veces resulta realmente absurdo que nos creamos dueños del mundo. Personalmente la tragedia de hoy en Costa Rica me significa una alerta de lo mucho que debemos aprovechar el tiempo que tenemos.
Muchas veces nos planteamos propósitos inútiles solo porque sí, intentamos cosas sin sentido, callamos verdades que debemos decir solo para no molestar a los demás o inventamos excusas para no enfrentar lo que no queremos hacer o hasta para postergar pasos que nos da miedo dar. Mentirnos a nosotros mismos se ha convertido en una forma de vivir que todos asumimos tarde o temprano, como si eso fuera suficiente para que nos creamos esas nuevas verdades absolutas. Lo cierto es que no sabemos cuánto tiempo tenemos y nos pasamos desperdiciándolo en vidas rutinarias y haciendo cosas que puede que nos gusten, pero que sabemos no son suficiente para nosotros.
La vida es corta. Sé que no me va a dar tiempo de hacerlo todo, porque el momento de marcharse nos puede sorprender en cualquier instante, como desgraciadamente sucedió a muchas familias de Escazú hoy. Si algo puedo pedirle a Dios mientras escribo esto es que, cuando me llegue el momento no tenga nada de lo que arrepentirme, espero haber aprovechado las oportunidades que el tiempo me va a ir dando y si no, fabricarme la suficiente cantidad de metas que me permitan sentirme satisfecho, completo... feliz.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Música entre los árboles

Mi papá dice que este viaje es la última alternativa. Que aunque todavía podemos pasar años en la Tierra es mejor irse del planeta ahora que se puede y no esperar a que los cambios en el clima sean tan fuertes como para que no podamos despegar. A mí me hubiera gustado más quedarme. No me hace gracia la idea de vivir los próximos años entre un montón de paredes y sin salir a jugar con los amigos del barrio. Pero como dice mi papá, por unos años más, mejor no nos arriesgamos. Y la verdad es que si él lo dice, por algo será.

Lástima que ya no puedo volver a ver el parque donde jugábamos partidos larguísimos. Ni tampoco podemos volver a la colina desde donde nos tirábamos a esquiar sin esquís, levantando unas nubezotas de polvo mientras gritábamos de susto y de contentos.

Ya no podemos volver a esos lugares pero seguro hay algo bueno. Yo solo tengo ocho años y como dicen algunas personas, no he vivido tanto como para que no me pueda acostumbrar a otro lugar. Me imagino que algunos adultos tienen más razones para estar tristes. Porque, ¿qué va a pasar con los trabajos de todos? ¿para qué estudiaron tanto tiempo los que se graduaron ayer? Y el lugar al que vamos… ¿tendrá vacas o caballos? ¿o qué van a atender los vete… veterinarios?

Ojalá que el lugar al que lleguemos sea parecido a la Tierra. Que por lo menos tenga atardeceres rojos como los de aquí y que sople el viento, para que haga música entre los árboles. Ojalá que mis amigos puedan encontrarme cuando lleguemos. Que en estos años que nos toca viajar entre las estrellas a los adultos importantes, a esos que salen en la tele se les olvide cómo se hace la guerra, y que entiendan que es facilísimo ponerse de acuerdo cuando las cosas puedan ser malas para las dos partes. Y dicen que los niños no entendemos. No somos tan pequeñitos para no saber lo que nos va a tocar a nosotros cuando lleguemos, cuando termine este viaje al que mi papá le dice éxodo.