En lo personal me ha llenado de orgullo ver tantas muestras de respeto por una persona que nos ha dejado un enorme compendio de palabras maravillosas, ordenadas de la foma en que sólo él podría hacerlo. Y es que Mario Benedetti nos ha tocado a lo largo de los años de esa manera. De una u otro modo todos los que hemos leído algunas de sus obras y gustamos de ellas sentimos una pertenencia especial, una cercanía al autor, como si aquel viejo de sonrisa bonachona fuera parte de nuestra familia... quizás un tío-abuelo cercano, un vecino muy querido, un maestro... qué sé yo! Lo importante es que tanta gente dolida por su desaparición también está absolutamente conciente y contenta de todo lo que nos deja en el papel... sus pensamientos, sus ideas, sus compromisos con la gente, con el amor y la justicia. Aún así, me parece que los más importante es lo que nos ha dejado en nuestros propios pensamientos... en el corazón... y en el alma.
Quizás esta no es la forma en que quisiera rendirle tributo a tanto sentimiento con canas, pero no me sale diferente en este momento. Don Mario, Marito, el maestro, "Benedetti, a secas" o "aquel que escribe 'Táctica y estrategia'" se nos fue a un lugar que siempre fue suyo, la inmortalidad.