Casi todos cerramos el año recordando lo bueno, lo malo, lo feo y lo extraordinario que nos ha pasado durante este tiempo. De alguna u otra forma hacemos un repaso de eso, supongo (y creo sería lo ideal) que lo hacemos para volver a sonreír con las alegrías, aprender de los errores, brindar por las tristezas y sorprendernos de nuevo con las cosas que ni siquiera esperábamos vivir.
Terminando enero perdí el brete y fue hasta dos meses y medio después que encontré uno nuevo, uno donde ahora me siento feliz, lleno de proyectos y responsabilidades que me exigen mucho pero que me motivan más a seguir un "tiempo extra" haciendo algo que me gusta. Curiosamente en ese periodo como desocupado aprendí mucho, sobre todo a vivir más lentamente, a disfrutar de pequeñas cosas que a veces uno no valora. Durante ese lapso era común encontrarme en la Plaza de la Cultura, tomándome un café sin nada más que hacer que observar a la gente, de ahí salieron un par de historias y unas cuantas ideas que enriquecieron un texto que preparo por ahí. Fue, en realidad un desempleo muy provechoso. Y es que profesionalmente los proyectos se ampliaron, aunque escribí menos cuentos y casi nada de poesía, sigo sin terminar la novela (aunque falta menos), comencé otro blog, tengo más "contactos" profesionales y "freelancié" más.
Este año nació Cactustus; con todas las satisfacciones que me han dado Steve y compañía espero que siga creciendo y me saque de pobre algún día.
En estos pasados 12 meses fui a menos conciertos pero también al mejor en el que he estado, fui mucho al cine (como nunca antes, en realidad), poco al teatro (tengo que incluir en mis propósitos ir más), salí más con los amigos, terminé mi curso de inglés, escribí un cuento como regalo de cumpleaños, amueblé un poquito más el aparta, volví a la playa después de mucho tiempo, hice deporte pero no en la cantidad deseada, gasté plata en tonteras, olvidé a algunas personas, me reencontré con otras, conocí a mucha gente e hice algunas muy buenas nuevas amistades. Compré menos cómics, leí menos y vi más tele pero creo que analicé más... eso es bueno, ¿verdad?
La mayor parte de este 2009 lo viví con 30 años, y debo reconocer que ha sido uno de los mejores años, no me puedo quejar. Hice cosas que no volvería a hacer pero de las que no me arrepiento y casi no dejé de hacer lo que me dio la gana.
Creo que el hecho de poder hacer un listado como este es prueba (no solo para mí, sino para todos los que hacemos esta especie de repaso) que el 2009 nos deja demasiado qué valorar y de qué aprender.
Sí, hay muchas cosas que me faltan por hacer, vivir y poner en la lista, pero creo que eso será en el primer post del 2010. ¡Feliz año a todos!