martes, 19 de enero de 2010

"Paraíso propio" (fragmento)

Una delgada capa de césped aquí y allá apenas insinuaba su brotar por entre algunas grietas del camino de tierra seca por donde él trotaba. A menos de un metro de cada lado las delgadas ramas parecían intentar detener su avance sin mucho afán, lo que más bien parecía una tonta excusa para tocar su blanco pelaje.

El bosque era nuevo para él, sin embargo había algo que lo hacía sentirse seguro, incluso una calidez similar a la alegría llenaba su corazón durante algunos lapsos de tiempo y era entonces cuando más disfrutaba del lugar, disminuía la velocidad de sus pasos para mirar hacia arriba y simplemente dejarse atrapar por tanto verde y tantos pequeños sonidos. Cada vez que el ruido de sus pasos dejaba de llenar el aire podía descubrir nuevas cosas, así que se detuvo un momento. Inmediatamente le llegó un dulce olor a néctar y supo que, oculto en lo más alto del follaje brotaban las flores que lo producían y también que sería inútil tratar de avistarlas desde el suelo. Unos segundos después el breve canto de algún pájaro desconocido llegó a sus orejas, mentalmente unió ambos sentidos y de repente estaba viendo en su cabeza la imagen de una exótica flor que abría sus alas y volaba hacia su libertad; la idea le hizo emocionarse y sacudió su cuello en señal de alegría, haciendo que su crin bailoteara un poco con la brisa fresca del lugar. Momentos como esos era los que más disfrutaba, cuando su cerebro le hacía soñar cosas aún estando despierto.

Caminó algunos metros, contemplando un paisaje que le hacía recordar la tierra en la que había nacido, un lugar lejano donde había coleccionado recuerdos de momentos felices, cuando era más joven, cuando el cuerno de su frente apenas comenzaba a formarse. Encontró un árbol de manzanas y comió unas cuantas antes de sentir la necesidad de continuar su trayecto. 

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