martes, 7 de diciembre de 2010

Una noche

Al fin, la libertad y la soledad hicieron las paces una noche. Dándose la mano me llevaron a cenar y luego a pasear por las aceras de la ciudad. Me acompañaron a un bar en el cual imaginé mil fotografías que congelaban instantes irrepetibles del tiempo, bajo tenues luces de esperanza y nostalgia mezcladas en los vasos con hielo. Más tarde el cine fue un respiro, como muchas otras veces, pero en la isla que era mi butaca aquella noche supe que mi futuro dependía solamente de mí y sonreí ante las mil y una posibilidades nuevas que se abrían como un destino maravillosamente propio.

4 comentarios:

*°·.¸¸.° Heidy °·.¸¸.°* dijo...

Así es, nuestro destino solo está en nuestras manos. Nosotros decidimos sí seremos felices o nos empeñaremos en ser infelices.

Saludos

Edward dijo...

Manos a la obra entonces! ;)

Naty dijo...

lindo! así se habla, así se hace :)

Edward dijo...

Gracias, Naty! :D