miércoles, 28 de diciembre de 2011

Atardecer

El atardecer era rojo, como sus uñas recién pintadas, como su pasión, como sus sueños.
Soltó su mano, se puso de pie y comenzó a caminar hacia el lugar donde el vaivén parecía llamarla.

Él parecía hipnotizado mirándola mientras se alejaba y entonces, con una sonrisa que le iluminó por dentro la vio quitarse el liviano vestido, dejando al descubierto su cuerpo de mujer en libertad, su hermoso traje de baño no era obstáculo entonces para que él apreciara el alma femenina que parecía batir alas en busca de un horizonte. Desde su asiento de privilegiado pensó en su futuro a su lado, imaginó mil y una escenas cotidianas que le alimentaron en un segundo. Soñó ese cuerpo entre sus manos y ese corazón junto al suyo. Soñó con el futuro sin verlo, solo lo sintió pleno, aquel atardecer.

Ella, de pie frente al océano dejó que el agua subiera a sus rodillas y luego acariciara sus tobillos al retirarse. Con su vestido en una mano se soltó el cabello y mirando la línea del fin del mundo pensó en tantas cosas... en tantos futuros posibles, en tantos ayeres.

Unos momentos después la mujer dejó que por última vez el mar jugara con sus piernas y abandonó el agua, volteó hacia su futuro y se tendió en la arena tan hermosa como era, junto al corazón que sangraba por ella y soñaba por los dos, tratando de hacer coincidir sus latidos.

No hay comentarios: